MORALINA SE MANIFIESTA
Una buena parte del vecindario de Moralina se han concentrado hoy, 3 de octubre, para que los médicos vuelvan a su lugar natural, el consultorio del pueblo. Al final de la concentración se leyó un pequeño escrito que resume las razones de la protesta. La verdad es que la gente del pueblo y de la zona, de ordianario pacífica y resignada, EMPIEZA A ESTAR MUY HARTA. Teme, bastante razonablemente, que se aproveche la pandemia para llevar a cabo un antiguo plan: concentrar los servicios mádicos de la comarca solo en un par de centros de salud.
CAMPAÑA “YO PARO POR MI PUEBLO”
Escrito leído en Moralina
3 de octubre de 2020
Se cuenta que allá por 2030 un abuelo le decía a su nieto: “Mira, Manolito, esto era un consultorio y aquí venían unos señores que se llamaban médicos”.
Esto puede parecer un chiste, pero lo cierto es que llevamos meses en Moralina -y sospechamos que en prácticamente todos los pueblos de Sayago, menos los que tienen Centros de Salud- con el consultorio cerrado y con sus habitantes naturales, los médicos, totalmente desaparecidos.
Estas son algunas de las explicaciones que se oyen:
- Es que, para evitar los contagios, es mejor atender por teléfono. Pero hasta yo, que no tengo ni idea de medicina sé, que hay enfermedades que por teléfono no se pueden diagnosticar o, lo que es peor, que se diagnostican erróneamente, o se dan instrucciones que el paciente no entiende o el teléfono suena y suena sin que nadie lo coja.
- Es que las enfermedades no diagnosticables por teléfono -añaden- se atienden en el centro de salud para evitar los contagios. Y entonces uno se pregunta, en su ingenuidad, si no sería mejor hacerlo en el consultorio local. Y esto por un montón de razones:
-Primero, porque habíamos quedado en que para evitar los contagios había que separarse y no juntarse. Y nos juntamos mucho más si vamos todos a Bermillo. Es más prudente que se desplace uno a ver a veinte que veinte a ver a uno.
-Segundo, porque para ir a Bermillo hay que tener coche y poderlo conducir. Si no, tienes que pedirle el favor al familiar, al vecino o al amigo y hacer el viaje con él, con lo que incrementas el riesgo de contagio.
-Tercero, porque antes tantas dificultades, la gente acaba por no ir. Y uno se pregunta si no es esto lo que se pretende.
¿Y saben lo más triste? Que estas cosas son tan claras y tan evidentes que las razones tienen que ser otras.
Hace unos meses salíamos a las ocho a las ventanas y a los balcones a aplaudir. Ahora tendremos que salir a la misma hora a gritar, patalear, tocar las campanas… O hacer otra cosa, pero hacer algo.